Los medios de comunicación podemos optimizar el conocimiento en temas vulnerables.
El pasado 10 de septiembre se conmemoró el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Esto motivó a analizar esta problemática desde diferentes miradas, no solo desde el punto de vista de la salud. En nuestro caso sobre cómo pueden los medios ayudar a las personas que atraviesan una situación complicada y han pensado en el suicidio como solución.
De igual manera, cómo debería ser el tratamiento informativo de los suicidios. En la República Dominicana no existe un manual para este tipo de casos, como en España donde el Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social presentó el primer ¨Manual para el tratamiento del suicidio por los medios de comunicación¨.
Las estadísticas sobre el tema en la República Dominicana, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), revelan de acuerdo a Salud Pública que en el 2020 hubo 84.2 casos registrados. Entre el año 2020 al 2021 se incrementó un 12.1% y que las mujeres son más propensas a intentar la acción en comparación con los hombres.
De acuerdo a la OMS –Organización Mundial de la Salud– recomienda el uso de fuentes fiables. De hecho, crearon un listado. Al tiempo que se publique junto a las noticias del suicidio una lista de servicios de salud mental, líneas de ayuda, citar las señales de aviso, informar sobre la asociación entre la depresión- suicidio y cómo se puede tratar.
Hablar de suicidio en los medios de comunicación es el principal motivo de efecto imitación, también conocido como ¨efecto wether¨. Esto implica cobertura de suicidios sin delicadeza, factores de riesgo, exposición a informaciones sobre personas que han afrontado esto y motiva a comportamientos de esta índole.
Como periodistas y comunicadores se sugiere romper algunos mitos y creencias, tales como: que solo afecta a determinada clase social, no todo el que se suicida o lo intenta tiene problemas de salud mental, no solo los profesionales de la salud mental pueden tratar a personas con estas ideas, no tiene que ver con la valentía o cobardía de quien lo intenta o hace, no suponer que quien realmente se quiere suicidar no lo dirá –75% de las personas que consuman un suicidio hicieron alguna advertencia antes de llevar a cabo la acción.
El documento propone, entre otras muchas opciones: no usar la palabra ¨suicidio¨ en el titular. Tampoco indicar el método y lugares para no imitarlos. De igual manera no publicar fotografías ni videos de la persona fallecida, ni de la escena del suicidio; mucho menos fotografías dramáticas. No culpabilizar ni glorificar a la persona que se ha suicidado.
De la misma forma, plantea no presentar la muerte por suicidio como algo normal o como una solución a los problemas ni como consecuencia de razones simplistas causa-efecto. Igualmente, no utilizar estereotipos religiosos, culturales, ni como una respuesta comprensible ante los cambios sociales o la desvalorización.
Del mismo modo, como editores, periodistas y comunicadores, no publiquemos las notas suicidas en lugares destacados ni evitar informar los detalles específicos o la descripción exacta del método usado.
Como profesionales de la comunicación estamos obligados a: referirnos como un hecho, no como un logro. Resaltar historias de personas que ilustren cómo afrontar las circunstancias adversas y cómo pedir ayuda. Instruir a la población acerca del tema y su prevención.
Los medios de comunicación y sus agentes somos una herramienta de gran valor para que los usuarios optimicen su conocimiento sobre temas tan vulnerables, como el suicidio.
